martes, 26 de julio de 2011

Sermones biblicos

AMOR CONYUGAL
PROVERBIOS 5:18 – 19; CANTARES 8:6,7

            En este tercer tema de la semana del hogar cristiano, nos toca discernir sobre la expresión de amor dentro de las relaciones conyugales.
            Para muchas personas la meta suprema de la vida es encontrar la felicidad personal. Otras personas dedican todas sus fuerzas a tener éxito en la vida, éxito que se mide por la prosperidad material, por el prestigio social, o por la adquisición de poder e influencia sobre los demás. Por ser egocéntricas, ninguna de estas metas merecen ser la meta suprema del hogar cristiano. La Biblia nos enseña otra meta mucho más alta, más allá de los esposos mismos y de sus propios matrimonios. Lo que se necesita es una meta que ayude a convertir en ventanas los espejos del hogar. Unicamente al dejar de fijar su vista en sí mismos y ponerla en algo más allá de su propio matrimonio, podrán los esposos descubrir el secreto de la felicidad, el éxito y el poder a la vez duradero y reales.
Es necesario buscar en la Biblia, entonces aquella meta preeminente que da significado a todos los acontecimientos de la vida cotidiana, desde los quehaceres rutinarios hasta las relaciones personales dentro y fuera del hogar. En Colosenses 3: 12 – 14, Pablo escribe aquí que el vínculo perfecto es el amor. Ah, sí ..., el amor. Pero ¿qué es el amor: Es una palabra tan común y conocida, pero, pero a la vez tan profunda y difícil de entender. Se usa para expresar muchas emociones y actitudes distintas, como la sensualidad, la pasión, el sentimiento maternal, el afecto entre amigos, por nombrar algunos. También se usa para describir la actitud de Dios hacia el mundo, por lo cuál entregó a su propio hijo para morir. Frente a tantas diferentes interpretaciones de la palabra, es necesario averiguar el significado del amor del cual hablaban los apóstoles y Jesús, al señalarlo como meta suprema en la vida.
            En el griego hay tres palabras que se traducen en español con la palabra amor. EROS, FILEO Y ÁGAPE, cuando leemos en la Biblia acerca del amor que se le pide al cónyuge o a cualquier persona como valor primordial, como meta principal de la vida, nunca Dios uso la palabra que se refiere a la pasión sexual, ni la que significa el afecto entre hermanos, sino la que refleja el amor perfecto, el amor de Dios mismo, el amor ÁGAPE.
            Cuando la pareja cristiana elige hacer de su matrimonio un vehículo para la expresión del amor verdadero, todas las demás metas encontrarán su lugar debido. Ya sean las relaciones en el trabajo, la crianza de los hijos, la adquisición de propiedades o cualquier otra decisión que hagan los esposos, ninguno de estos objetivos subordinados es válido a menos que les conduzca hacia la meta principal de la vida, que es la expresión del amor.
            Cuando los esposos cristianos procuran expresarse el amor divino (ágape) en su relación, esto afecta profundamente la dirección que toma su matrimonio. Ya no busca cada cual su propia felicidad y bienestar personal a toda costa. Mas bien, le da igual importancia a la felicidad y bienestar de la otra persona.
            Para hacer feliz a la otra persona y promover su bienestar total, es necesario tener en cuenta sus necesidades básicas. El amor verdadero en el matrimonio se expresa únicamente cuando cada esposo trata de suplir las necesidades del cónyuge.
            En cierto sentido, las necesidades personales son muchas y muy diversas. Cada persona es única, diferente de las demás personas, y por consiguiente, siente necesidades específicas. ¡Cuan importante es que cada esposo se esfuerce por comprender las necesidades particulares de sus compañeros en la vida! Esto no se logra sin el diálogo.
            Una de estas necesidades es la que nos ocupa hoy, “dar y recibir amor”.
            Toda persona, sin importar su edad, necesita recibir de otros expresiones visibles de cariño: una mirada tierna, palabras cariñosas o una caricia suave. El amor vibrante y real, fue lo que primero atrajo a los dos esposos cuando eran novios. Y en ese entonces se comunicaban el amor mutuo de muchas maneras concretas y visibles. A medida que se expresaba el amor, iba aumentando avivaba la chispa de la atracción que sentía en un fuego que parecía consumir todo su ser.
            Como novios, respondían mutuamente a la necesidad humana básica de dar y recibir amor.
            Desgraciadamente, la pareja casada frecuentemente deja de mantener vivo el espíritu del noviazgo a lo largo de los años del matrimonio. Más bien, dan por sentado que se aman, sin ver la necesidad de confirmar de una manera visible ese amor. A veces la única demostración física del amor ocurre durante la unión sexual. Pero, ¿es suficiente el abrazo sexual para asegurar que el amor que los une siga vibrante, caluroso y en aumento?
            Como una planta delicada, el amor necesita nutrirse y cuidarse con ternura, a fin de que viva y florezca. ¿Cómo pueden los esposos proteger su amor para que en lugar de perder su vitalidad e irse enfriando poco a poco hasta morir por completo, se fortalezca a través de los años? Unicamente aprendiendo algunos modos visibles y eficaces de comunicar el amor.
1.    Necesitan aprender a usar palabras cariñosas.
Nunca debe el esposo o la esposa dar por sentado que el cónyuge sabe que le ama. Esto ha de confirmarse de vez en cuando. Las dudas se presentan; los sentimientos cambian y oscilan; y a veces las múltiples ocupaciones parecen romper la comunión estrecha entre los esposos.
Las expresiones de cariño no se dan simplemente por sentimentalismo. Además de confirmar el amor, sirven para avivar su fuego, tanto en la persona que las da como en la que recibe. Ni por orgullo, ni por descuido, deben los esposos dejar de expresarle su amor al cónyuge por medio de las palabras de amor.
2.    Deben aprender a expresar el amor en términos que se le comunique al ser amado.
El lenguaje del amor va mucho más allá de las palabras amorosas, se compone del conjunto de múltiples atenciones y acciones consideradas que forman parte de la vida matrimonial en el hogar feliz. Estos símbolos no verbales de amor no siempre comunican claramente su mensaje. Es decir, no toda persona ve la misma acción como un acto de amor. En gran parte esto depende del ambiente en el cual se ha criado la persona. Dependiendo de la forma como los padres expresen su amor entre sí, y le demuestren ese amor a los hijos, estos formarán su propio concepto de cómo se debe expresar el amor. En algunos hogares se comunica por medio de caricias; en otros, a través de regalos, o saliendo a pasear juntos.
Hay muchas distintas formas de expresar el amor sin palabras. Si el esposo(a) sinceramente desea comunicar claramente al cónyuge que le ama, puede expresarlo según los gustos y preferencias del ser amado.
Maridos traten de averiguar qué es lo que más le agrada a sus esposas.
Así también las esposas: para ustedes es importante que aprendan a discernir las maneras por las cuales le puede comunicar el amor a su marido.
Dios se deleita en observar la relación marital porque cumple sus buenos propósitos (Génesis 1:31)
Por lo tanto debemos amarnos bien como casados delante de los ojos de Dios.

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