martes, 2 de agosto de 2011

Voto
Confiando en que el Señor Jesucristo me fortalece, prometo que me esforzaré por hacer todo lo que Él quiere que yo haga: que haré regla de mi vida orar y leer mi Biblia todos los días, participar en todas las actividades y cultos de mi iglesia de todas las formas posibles y que hasta donde me lo permita mi inteligencia, durante toda mi vida, me esforzaré por vivir como cristiano verdadero.

ESPOSOS QUE SE CONVIERTEN POR LEER LA BIBLIA


Oí hablar en cierta ocasión de un matrimonio que llegó a tener una Biblia. Ninguno de los dos esposos la había conocido antes. El marido empezó a leerla en su hogar.
Unos días después se dirigió a su esposa y le dijo: "Amada, si este libro es verdad, estamos equivocados". Continuó la lectura de la Biblia y al cabo de unos días más habló nuevamente a su esposa en estos términos: "Si este libro es la verdad, estamos perdidos." Con más avidez que nunca prosiguió estudiando el libro hasta que, una noche, exclamó: "Amada esposa, si este libro es la verdad, ¡podemos ser salvos!".
El mismo libro que le había revelado que estaban condenados le reveló el medio de ser salvos por Jesucristo.
Esta es la gloria de la Biblia.
Confíe Usted en Cristo ahora mismo, sólo plenamente en él par siempre, y será salvo.
No hay situación de la vida humana en que la Biblia no traiga fuerza y consolación.

ALGO NUEVO


Muchos hombres creen que la Biblia es un libro atrasado que ya pasó  a la historia.  Dicen que estaba bien para los tiempos remotos, y que contiene algunas páginas históricas de interés, pero que no sirve para hoy; que vivimos en el siglo de las luces, y hemos adelantado tanto que los hombres pueden andar perfectamente bien sin la Biblia.
Lo mismo sería decir que el sol, que ha brillado tanto tiempo, es ya tan viejo que  es una cosa atrasada; o que cuando un hombre construye una casa, ya no debe ponerle ventanas desde que hemos descubierto la luz eléctrica.  Yo les aconsejo a quienes piensan que la Biblia es demasiado vieja y que está fuera de moda, que no pongan ventanas en sus casas, sino que alumbren a éstas con luz eléctrica, ya que lo que buscan es lo novedoso.

HAY DEMASIADOS ORADORES


Mis amigos, tenemos demasiados oradores.  Estoy cansado de los “picos de oro”.  Antes me lamentaba porque no podía llegar a ser orador.  Pensaba que sería tan hermoso si yo pudiese hablar con un lenguaje bello que cautivara a mi auditorio.  He escuchado a muchos grandes oradores.  Venían, se iban, y su voz era como el aire: carecía de poder.  Confiaban, no en el Señor, sino en sus bellos discursos.  Era a esto que se refería San Pablo cuando dijo: “Ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, más con demostración del Espiritu y de poder”.
A un testigo que frente a  un juez trata de hacer oratoria,  pronto lo harán callar.  El hombre que dice la verdad en forma clara y sencilla es el que tiene mayor poder.

CÓMO PREPARABA  MOODY SUS SERMONES


Una vez que había resuelto cuál sería el tema de su predicación, tomaba un sobre grande, y escribía sobre él el título o la referencia: El Cielo, El Salmo3, etc.
En sobres de este tipo iba  guardando extractos de sermones, recortes de diarios, pensamientos originales, todo lo que se relacionara con el tema.  En su escritorio tenía centenares de estos sobres, algunos de ellos muy abultados.
Cuando quería predicar sobre un tema determinado, primero revisaba el sobre y elegía aquellas cosas que le parecían de utilidad. Luego hacía un bosquejo en el cual introducía estas cosas. Decía que este método de hacer sermones presenta grandes ventajas:  El bosquejo permite que haya inspiración del momento, ya que el predicador no está atado a un manuscrito completo.  Siempre decía que la iglesia prescisa “hombres que puedan pensar mientras están de pie.” “La gente dice que repito los mismos sermones.  Naturalmente que lo hago.  Si tienes un sermón que ha sido bendecido por Dios, no temas usarlo muchas veces”.