sábado, 29 de octubre de 2011

La redención aplicada por el Espíritu Santo.


Introducción:
Ya hemos aprendido que la redención de los pecadores fue comprada por la sangre de Cristo. Pero ellos están muertos al pecado y, por eso, son incapaces de hacer algo para aprovechar esta redención.
v ¿Qué es la redención? El término significa, liberado, devuelto mediante el pago de un rescate. Romanos 3:24.
v ¿a Quienes se aplica la redención de Cristo? El espíritu Santo, con amor incompresible, aplica la redención de Cristo eficazmente a los elegidos.
Cristo ya consiguió la redención del pecado, pero los pecadores no pueden tomar una decisión en cuanto a esto. Entonces, ¿Cómo podemos participar en esta redención?
I.- Pregunta 29. ¿Cómo somos hechos participes de la redención comprada por Cristo?
R= Somos hechos participes de la redención comprada por Cristo, por la aplicación eficaz que de ella nos hace el Espíritu Santo.  Juan 1:12;3:5,6; Tito 3:5,6.
v ¿Puede una persona venir a Cristo por si misma? Juan 6:44.
v ¿Qué le impide a una persona para venir a Cristo por si misma? Efesios 2:1
v Si nadie puede venir a Cristo por sí mismo, ¿Cómo puede uno ser salvo? Juan 3:3-5.
v ¿Quién es el que hace posible nuevo nacimiento? Juan 3:6-8.
v ¿Qué responsabilidad tiene una persona en cuanto a su salvación? Hechos 16:31.
II.- Pregunta 30 ¿Cómo nos aplica el Espíritu Santo la redención comprada por Cristo?
El Espíritu Santo nos aplica la redención comprada por Cristo, obrando fe en nosotros, y uniéndonos así a Cristo por nuestro llamamiento eficaz. Ef. 4:15.
v ¿Explique en sus propias palabras por que es necesaria la obra del Espíritu Santo en la redención del pecador? La redención se aplica por la fe y es el Espíritu Santo que nos da la fe, el que nos capacita para creer en Cristo. Efesios 2:8.
v Según la respuesta 30, dice que el Espíritu Santo no solo obra fe en nosotros, sino también nos une a Cristo. Nos hace uno con él. Somos su cuerpo.  Gálatas 3:28.

jueves, 27 de octubre de 2011

El significado de la vida resucitada.

Cuando Nuestro Señor Jesús nos salva, nos da una nueva identidad, por tanto ya no somos las mismas personas. La obra que Jesús ha hecho en nuestra vida, adquiere un nuevo significado. 
Cuando Cristo nos acepta, nuestra vida pasa a una nueva dimensión. Hay cuatro aspectos que identifican nuestra posición.
1.- Un nuevo poder interior.
v 2 Timoteo 1:7.
v Romanos 8:37.
2.- Similitud a Cristo.
v 2 Corintios 4:10.
v 1 Corintios 11:1.
3.- Devoción a un nuevo Señor.
v 2 Corintios 5:15.
v Filipenses 1:12-14.
4.- Ambición celestial.
v Colosenses 3:1-2. 

martes, 25 de octubre de 2011

¿En donde estas tu?


Génesis 4: 1 – 13; Hebreos 12: 10 – 14. 

INTRODUCCIÓN: (Ilustración: El rotulo del periódico “Los hombres hoy son mas prisioneros que en el tiempo de la esclavitud” Son esclavos de sus deseos, entrevista a una anciana que cumplía 100 años)

            En el relato bíblico podemos encontrar un ejemplo de lo que es vivir en dos reinos distintos, aparentemente mezclados entre si, pero discordantes el uno del otro.

            En la historia que hemos leído en Génesis encontramos que de los dos hijos que tuvo Adán y Eva, uno representa al pueblo errante, nómada, cuya morada es temporal y que no se aferra a un sitio, pues sabe, que solo es extranjero y peregrino en el; este es Abel cuyo oficio era Pastor de ovejas y como tal su trabajo se desarrolla en el campo, no en la ciudad; El representa al hombre suburbano, rural, al hombre que anda en busca siempre de verdes praderas y aguas frescas para su rebaño; pero por otra parte tenemos la representación de el otro pueblo, el pueblo sedentario, el pueblo que pone su confianza bajo la sombra y  la seguridad de la ciudad, este es representado por Caín, que se nos narra que era agricultor, en el oriente medio, en los tiempos bíblicos, la agricultura se daba  cerca de las ciudades ya que estas dependían del agua con la cual se dotaba a la ciudad, recuerden que muchos de los lugares donde se asentaban los pueblos frecuentemente solo tenían como fuente de agua un poso o un arroyo, y por otra parte, también sus cosechas estaban expuestas a las incursiones de sus enemigos por lo que tenían en comunidad que defender sus cosechas, Caín representaba al hombre urbano, cuya confianza la tenia depositada en la ciudad.

            La historia nos narra que ambos pensaron traer una ofrenda a Jehová, sin embargo es de notar que solo uno de ellos pensó en dar lo mejor y el otro simplemente tomo de lo que tenía para ofrendar, a la postre solo una de las ofrendas fue acepta delante de Dios, la del Pastor, Caín. Esto trajo como consecuencia de que su hermano Abel, lo asesinara, al suceder este echo Dios reprende a Abel descubriéndole su pecado y lanzando un castigo sobre El, lo cual encontramos en el verso 11 y 12. La respuesta de Abel a este castigo la expresa en el verso 13, “Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi castigo para soportarlo”.

¿Qué es lo que mas le dolió del castigo a Caín?
Que lo separaran de la seguridad de su ciudad.

PROPOSICIÓN: Como creyentes debemos de poner nuestra confianza no en la ciudad de los hombres, sino en la ciudad de Dios.

O.I. ¿Por qué debo de poner mi confianza en la ciudad de Dios?

O.T. La Biblia nos muestra algunas razones por las cuales debemos poner solo nuestra confianza en la Ciudad de Dios.

Regresando a la historia Bíblica veamos la actitud que tomo Caín frente al castigo, el sale de su tierra y construye una nueva ciudad, a la cual le pone por nombre Enoc. (Este  fue el nombre que le puso a su primogénito). Curiosamente encontramos una paradoja en esto, pues este Hombre fue el primero en la Biblia que se nos dice que camino con Dios. La actitud de Caín nos lleva a algunas reflexiones sobre las razones que debemos tener para poner nuestra confianza no en la ciudad de los hombres sino en la ciudad de Dios.

1.    Porque si ponemos nuestra confianza en la ciudad de los hombres esta será finalmente destruida.
a.    Agustín de Hipona, conocido por algunos como San Agustín en el siglo cuarto a la caída del imperio romano, aprox. En el año 410 D.C., debido a las acusaciones de algunos paganos en cuanto a que el motivo de la caída del imperio se había debido a que los Romanos se habían dedicado al cristianismo y habían abandonado a sus viejos Dioses los cuales les habían dado la gloria del imperio, este formuló toda una enciclopedia histórica la cual nos muestra la tesis de que existen dos ciudades distintas fundadas cada una sobre un amor. Por un lado esta la ciudad de Dios la cual esta fundada sobre el amor a Dios y por el otro lado esta la ciudad de los hombres fundada sobre el amor a si mismo, En la historia humana, estas dos ciudades aparecen continuamente mezcladas. Pero a pesar de esto existe entre ellas una oposición inevitable, y una guerra sin cuartel. Finalmente solo permanecerá la ciudad de Dios, Pero entretanto aparecen en la historia humana reinos y naciones, fundadas sobre el amor de si mismo, que son expresiones de la ciudad terrena. Todos estos reinos y naciones tienen que sucumbir y desaparecer, hasta que llegue el fin, cuando solo subsista la ciudad de Dios. En el caso particular de Roma y de su imperio, Dios les permitió crecer como lo hicieron para que sirvieran de medio para la propagación del evangelio. Pero ahora que esa función se ha cumplido, Dios  hizo que Roma siga el destino de todos los reinos humanos.
b.    En donde esta poniendo tu seguridad, amado hermano.
Siempre vamos a experimentar antagonismo entre la ciudad de Dios y la ciudad del hombre
Muchos como decía la ancianita del reportaje, seguimos el ejemplo de Caín y hemos puesto nuestra confianza en la ciudad terrena, Deseamos construir (decimos nosotros) una seguridad para nosotros y nuestros hijos, para nuestro futuro y queremos tener un fondo financiero o una buena casa o cualquier otro tipo de posesión que en parte garantice nuestro futuro, pero tal vez nos pase lo que al hombre que se nos narra en el evangelio de Lucas en su capítulo 12: 16 – 21 agrando sus graneros y espero gozar de ellos pero esa misma noche demandaron su alma, “Así es el hombre que hace para si tesoros, y no es rico para con Dios”

Luc. 12: 34. Porque donde esta vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
2.    Porque si ponemos nuestra confianza en la ciudad de los hombres no tendremos posibilidad de poseer la ciudad de Dios.
Hebreos 12: 14 “Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la porvenir”.
Como peregrinos y extranjeros que somos todo lo que tenemos y todo lo que somos debemos estar concientes de que es temporal y debemos buscar no las cosas perecederas sino las imperecederas.
El verso 33b de Lucas 12, dice “Haced bolsas que no envejezcan, tesoros en los cielos que no se agoten, donde ladrón no llega, ni polilla destruye”.

CONCLUSIÓN: ¿Donde estas tu mi hermano y amigo?, ¿en que ciudad te encuentras edificando tu futuro?, ¿en la Ciudad de Dios o en la Ciudad de los hombres?. Hoy te invito a fincar tu vida y tu futuro sobre la única roca inconmovible “Cristo” y asegurar tu vida eterna en la Ciudad de Dios.

sábado, 22 de octubre de 2011

La carrera cristiana.

Hebreos 12: 1-2.
INTRODUCCIÓN: Es interesante que este pasaje después de los ejemplos que nos ha presentado en el capítulo anterior, donde nos hace referencia a los grandes héroes de la fe, como continuación de este nos hace una exhortación a continuar en la carrera que tenemos por delante.
PROPOSICIÓN: Como Creyentes somos llamados a continuar con valentía en la carrera cristiana.
O.I. ¿Cómo debemos de continuar nuestra carrera?
O.T. Los versículos 1 y 2 de este capítulo nos muestran por los menos cinco imperativos que el creyente tiene que seguir para continuar en la carrera cristiana.

1.   El creyente debe seguir el ejemplo de aquellos hombres fieles que le han precedido. “Nosotros también (V. 1)
Ese nosotros también, es muy significativo.
“Así como de las personas de las cuales hemos estado hablando... Nosotros también.
“No nos limitemos a ponderar lo que ellos fueron: Nosotros también seamos...” “No nos limitemos a ponderar o aplaudir lo que ellos hicieron, nosotros también hagamos”
La vida heroica y servicial, el testimonio ejemplar que ellos dejaron, nosotros también lo debemos de dar y dejar.
2.   El creyente debe ser ejemplo de los que le rodean.
(“Teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos” V.1) Derredor nuestro
La idea es tomada de los anfiteatros y estadios antiguos, donde se celebraban los juegos olímpicos. Estos estadios eran de forma circular, de tal manera que hacia donde quiera que los que competían volteaban, se encontraban con personas que los estaban mirando.
Esa es la vida del cristiano rodeado de personas que presencian su vida, gentes que conocen bien tu vida.
Dios es el testigo de nuestras vidas
Nuestra familia es testigo.
La Iglesia a la cual pertenecemos.
El vecindario.
La sociedad de la cual formamos parte.
Pero lo mas importantes y de lo que nos habla el autor de Hebreos son de aquellos Héroes de la fe, Testigos de la fe verdadera, hombres que no les importo ofrendar su vida con el fin de que Cristo sea exaltado. Hombres que vivieron la vida espiritual en plenitud, la vida espiritual honesta, hombres que nos mostraron que es posible la victoria.

3.   El creyente debe desembarazarse de todo lo que le impide seguir en la carrera. (“despojemos de todo peso y del pecado” V.1)
La figura es tomada nuevamente de los juegos atléticos griegos, una de las competencias principales eran las carreras de velocidad, en estas los competidores hacían dos cosas: primero reducían de peso para estar más ligeros, se sometían a dietas y a ejercicios para estar mas livianos y segundo se quitaban los mantos y las túnicas para no enredarse en ellas.
Este acto de despojamiento, de quitarse de encima lo que nos estorba, es el principio del progreso espiritual.
Nadie puede cultivar lo bueno, lo grande, lo santo, lo digno, a menos que se desembarace de lo malo, lo indigno, lo bajo.
Se han preguntado porque muchas veces la iglesia no crece. Tal vez porque estamos cargando con el lastre o peso  del pecado, con el lastre de los malos ejemplos, con el lastre de lo impuro. Cuando estemos dispuestos a dejar todo aquellos que no agrada a Dios entonces vendrá la victoria para la  iglesia.
4.   El creyente debe seguir con paciencia la carrera que tiene por delante.
“Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante” V.1
La vida cristiana no es un paseo, no es un viaje de turismo, no es una vacación. Es una carrera que implica esfuerzo y dedicación.
(Ilustración: La paciencia que puede correr)
Si queremos lograr llegar a la meta que nos hemos propuesto como iglesia tenemos que saber que como en las carreras.
Solo hay una pista de la cual no te puedes desviar.
Solo hay una meta a la cual todos tienen que dirigirse.
Solo hay una corona para el vencedor.
Así que como nos dice Pablo en 1ª Corintios 9: 24 Corred de tal manera que obtengáis el premio.
5.   El creyente debe seguir hacia la única meta que tiene por delante.
“puesto los ojos en Jesús” V. 2
En esto consiste la vida cristiana, esto es el todo de la vida espiritual: una relación estrecha con Jesús, un “estarlo viendo siempre”
Que nunca desaparezca de nuestras vidas la soberanía y el señorío de Cristo.
Que nuestro Lema nunca se nos olvide, el propósito por el cual hemos sido llamados.
Que todo lo que planeen hacer, que todo lo que realicen cumpla con este propósito. Glorificar a Dios.
Porque al igual que Pedro que cuando dejo de mirar a Jesús, se hundió en las aguas. De la misma manera la iglesia  se hunde cuando nuestra meta cambia y dejamos de mirar a Cristo.



CONCLUSIÓN: Entonces para poder correr fielmente nuestra carrera y seguir creciendo necesitamos, seguir el ejemplo de los que nos precedieron, ser ejemplo para con los que nos rodean, Despojarnos de todo lo que nos estorba, correr con paciencia y nunca desviar nuestra mirada de nuestro objetivo como iglesia. La pregunta es, ¿Estamos corriendo de esta manera la vida cristiana?


 ilustración. 
Hebreos 12:1 nos dice que debemos de correr “con paciencia la carrera que tenemos por delante”.  George  escribió, “Nosotros comúnmente asociamos la paciencia con el “acostarse o arrimarse”.  Lo tenemos como un ángel que guarda el sofá de una persona inválida.  Pero hay una paciencia que es aún más difícil – la paciencia que puede correr.  El descansar en tiempos de angustia, el ser quieto mientras que estás bajo a golpe de la fortuna adversa implica una gran fuerza.  Pero yo conozco algo que implica una fuerza mayor: es el poder continuar trabajando bajo la tensión; el tener un gran pesar sobre tu corazón y aun así, seguir corriendo; el tener una angustia profunda en tu espíritu y, a la vez continuar cumpliendo con tus tareas diarias.  Esto es, ser como Cristo.  La cosa más difícil para la mayoría de nosotros es hacer  ejercitar nuestra paciencia, no en la cama de los enfermos, sino en la calle.”  El esperar es cosa dura; el esperar con buen valor es aun más difícil. La paz que Jesús nos ofrece no es la falta de problemas, sino la confianza de que Él siempre estará contigo.

viernes, 21 de octubre de 2011

¿porque las iglesias no crecen?

Uno de nuestros deseos más profundos como líderes es ver crecer a nuestras iglesias en todo sentido. Los que son dedicados, no escatiman esfuerzos encaminados a la multiplicación: discipulado, oración, estudios bíblicos, eventos evangelísticos, entrenamiento de liderazgo, por mencionar algunos. Sin embargo, aunque los líderes están trabajando fuertemente y la iglesia tiene una vida espiritual sana, a veces, no vemos el crecimiento que desearíamos experimentar. En tiempos así, nos preguntamos “¿Por qué no crece mi iglesia? ¿Qué más debo hacer?”


Quisiera proponer que la respuesta no está tanto en lo que no estamos haciendo, sino más bien en qué estamos haciendo y cómo lo hacemos. Es decir, que quizá no tengas que agregar algo más a lo que ya haces, sino repensar y reestructurar lo que haces.

Si como líderes estamos trabajando diligentemente y la iglesia practica una vida espiritual correcta, y aun así, no estamos creciendo, entonces quizá es tiempo de considerar otros factores de índole administrativo y/o organizativo.

Algo parecido ocurrió en la Iglesia primitiva en Hechos 6, cuando se requirió de un grupo de personas que velaran por las necesidades físicas de la congregación. El problema no era que los líderes no estuvieran trabajando; ni que la espiritualidad de la congregación fuera deficiente. El punto problemático tenía más que ver con la administración del ministerio. La solución dada fue la creación de este grupo de varones, que antes no existía como tal, que se encargarían de esa área administrativa del ministerio, mientras los apóstoles se dedicarían diligentemente a la enseñanza y la oración.

En nuestras iglesias tenemos situaciones parecidas. La solución a la falta de crecimiento no siempre tiene que ver con un liderazgo negligente o con el estado espiritual precario de la congregación. A veces, la falta de crecimiento se debe a factores administrativos. Si piensas que este es tu caso, espero que las siguientes observaciones y aplicaciones puedan destrabar el flujo del crecimiento normal que tiene una iglesia con buenos líderes, prácticas espirituales sanas y un ministerio bien administrado.

Quizá nuestra iglesia no está creciendo por alguno de los siguientes factores o una combinación de los mismos:

I. Ministerio centrado en el Pastor

Dada la gran responsabilidad que tiene el pastor de velar por los fieles, aunado al hecho de que recibe un salario por sus servicios, se hace muy fácil y natural construir todo el aparato ministerial alrededor de este puesto. El pastor percibe que es su responsabilidad hacerlo todo, y la iglesia tiene la expectativa de que así ocurra. La enseñanza, visitación, evangelización, capacitación, dirección de cultos, consejería, y demás actividades ministeriales están centradas en el tiempo, capacidad y disposición del pastor. A veces, los pastores y la iglesia llegan a estos acuerdos silenciosos en los que todos están cómodos con el arreglo.

Pero el problema principal en ese caso es que la iglesia se desarrollará solamente hasta donde lleguen la capacidad, tiempo y disposición del Pastor. Una iglesia cuyo ministerio está centrado en el Pastor retardará su crecimiento porque una sola persona no puede hacerlo todo; no puede supervisarlo todo; no puede decidirlo todo; no puede enseñarlo todo. En fin, una iglesia es un cuerpo que necesita centrar el ministerio en los dones que Dios ha repartido entre los miembros de esa comunidad específica.

Si bien es cierto que el Pastor tiene la preparación teológica y ministerial para guiar a la iglesia, también es cierto que no tiene todos los dones para realizar todo el ministerio. Por lo tanto, es en perjuicio del crecimiento de la iglesia local centrar el ministerio en el pastor. También es en perjuicio del pastor hacerlo porque él mismo limitará su efectividad e influencia.

Lo mejor que podemos hacer como líderes es reclutar, capacitar y poner a funcionar a las personas a quienes Dios ha dotado para realizar los diferentes ministerios de la iglesia. Mientras más liberemos nuestro tiempo de tareas para las cuáles Dios ha dotado personas dentro de nuestra iglesia, más podremos enfocarnos en aquellas partes del ministerio que nadie puede hacer mejor que nosotros. Muchos pastores quedan atrapados en un área del ministerio donde otros podrían destacar, e inclusive, hacerlo mejor que ellos. Por ejemplo, conozco pastores que aún teniendo excelentes músicos en sus iglesias, se aferran a seguir dirigiendo las alabanzas o acompañando con algún instrumento. Debemos recordar que cuando centramos el ministerio alrededor nuestro, estamos estorbando el desarrollo de muchos líderes en potencia que Dios ha puesto en nuestra congregación.

Como pastor de la Iglesia había centrado la enseñanza de la Escuela Dominical alrededor de mí. Era el maestro principal de una clase como de 30 personas. Cuando decidimos descentralizar el ministerio, dividimos a la gente en grupos de 10 a 12 personas estudiando alrededor de una mesa con un maestro que dirigiera cada grupo. Al descentralizar el ministerio, aumentamos nuestro potencial. Actualmente tenemos 10 mesas llenas de personas estudiando la Palabra de Dios (120 personas aprox.) y 10 nuevos maestros desarrollando sus dones. De haber insistido en centrar el ministerio alrededor de mí, quizá tendría todavía mis 30 alumnos, pero seguramente no tendrían ningún nuevo maestro desarrollándose. Con experiencias como ésta, he aprendido que los muchos haciendo poco, pueden lograr más, que los pocos haciendo mucho.

Los pastores pueden trabajar mucho, pero hasta que no descentralicen el ministerio, no alcanzarán el potencial ministerial que pudieran tener usando los dones que Dios ha repartido en esa congregación en particular.

II. Falta de un rumbo claro y definido

Las Iglesias que conozco están llenas de actividades. Todos los diferentes ministerios y grupos tienen diversas actividades y eventos durante la semana. Pienso que las iglesias sí trabajan, y trabajan bastante. El problema es que trabajan sin un rumbo único, claro y definido. No hay una dirección establecida; una descripción del sueño que están persiguiendo; una meta que encierre el propósito de todo lo que hacen como Iglesia. Quizá algunas iglesias sí tienen su visión y declaración de misión, pero en la práctica, se han convertido en palabras sobre el papel. No regulan, orientan ni conducen las decisiones, el presupuesto, los planes, las estrategias, las relaciones y cada cosa que ocurre en la iglesia.

En una situación así, cada líder establece su propio rumbo, metas y estrategias para su ministerio, resultando en muchos esfuerzos apuntando en cientos de direcciones que no llevan a la Iglesia hacia ninguna parte. Por eso vemos iglesias muy activas que no están creciendo al ritmo que se esperaría a juzgar por los esfuerzos de sus miembros.

El liderazgo de nuestra iglesia decidió que nuestro sueño consistiría en ser “Una comunidad que glorifica a Dios guiando a las personas a una relación creciente con Cristo”. Con un fuerte énfasis en la palabra “Comunidad que Glorifica a Dios”, subrayamos tres relaciones básicas en las que buscamos que las personas crezcan: a) Relación con Dios; b) Relación cristocéntrica con los creyentes; y c) Relación de influencia con los no creyentes.

Determinamos también que nuestra misión como Iglesia es Hacer Discípulos (Mateo 28:18-20) y el ambiente a donde queríamos llevar a todas las personas sería la comunidad misma, traducida en la práctica, en grupos pequeños y el culto congregacional. Decidimos llevar a las personas en esa relación creciente con Cristo a través de tres pasos estratégicos:


1) Conoce (actividades y eventos a los que las personas llegan como nuestros invitados); 

2)
 Conéctate (actividades y eventos a los que las personas llegan como nuestros amigos); 

3)
 Comprométete (actividades y eventos a los que las personas llegan como nuestra familia).


Siguiendo estos pasos estratégicos, organizamos actividades o ambientes en los que la gente no creyente tenga un primer contacto con la Comunidad; ya que nos han conocido, nuestro desafío es convertirlos en amigos, para que con el tiempo, lleguen a ser parte de la familia. Como vemos, se trata de una relación progresiva y creciente con Cristo que lleva a una persona de ser incrédulo a ser discípulo comprometido del pueblo de Dios.
Una vez que establecimos el rumbo que seguiríamos como Iglesia, comenzamos a reestructurar y reordenar los elementos del sistema para que todos apuntaran en la misma dirección. No ha sido nada fácil, pero el esfuerzo ha dado resultados satisfactorios, hemos visto cómo el Espíritu Santo usa esta sencilla estrategia para convertir hijos de ira en Hijos de Dios.

Quizá en tu iglesia ha faltado un rumbo general claro y definido, por eso todos los ministerios están tratando de hacer su mejor esfuerzo, pero en direcciones diferentes. El resultado es que no se percibe tangiblemente el avance de la iglesia a través de sus ministerios. Quizá es tiempo de llevar al liderazgo en un retiro para definir el rumbo, la filosofía de ministerio, la misión, la visión y la estrategia, entre muchas otras cosas, para que todos los elementos que componen la iglesia apunten en una sola dirección.

III. Líderes desenfocados

Es muy común ver a los pastores y líderes de las iglesias empleando horas y horas a la semana en el ministerio. Si echamos un vistazo a nuestras agendas notaremos que raras veces hay una noche desocupada o un espacio intencionalmente destinado para nuestras familias. Estamos invirtiendo nuestro tiempo en el ministerio. Pero aún así, no se ve el fruto proporcional a nuestros esfuerzos en términos del crecimiento resultante.

Este es un problema que todos enfrentamos como líderes. Quisiera sugerir que el problema no está en cuánto tiempo estamos invirtiendo, sino en la falta de enfoque que solemos tener en el ministerio. Estamos invirtiendo horas y horas en diversas cosas, en vez de enfocarnos en dos o tres que sean fundamentales para el desarrollo del ministerio y sean congruentes con nuestros dones. La misma historia ocurre con los demás líderes. Están haciendo malabares con seis pelotitas a la semana y eso resta eficiencia en lo que hacen por su falta de enfoque.

Siempre aducimos que no hay gente que ocupe las vacantes ministeriales, y por eso, tenemos que hacer muchas cosas diferentes a la vez. Pero eso no podría estar más lejos de la verdad. Dios nunca abandona Su iglesia y Él ha repartido los dones necesarios en la gente que se congrega para suplir las necesidades ministeriales. Debemos dejar de promover un desenfoque en nuestros líderes y pedirles que se dediquen a uno o dos aspectos del ministerio a lo sumo, pero que lo hagan con todo su esfuerzo enfocado. Los líderes enfocados redundarán en ministerios de calidad, crecientes y efectivos.

En nuestra iglesia dejamos de medir el compromiso con Cristo de acuerdo con el número de eventos o ministerios en los que participaban las personas por semana. Para que las personas se enfoquen ahora medimos el compromiso con las siglas ADAMI. Los discípulos comprometidos son discípulos ADAMI:


Adoran (participan en el culto comunitario dominical); 

Diezman (diezman fielmente al Señor); 

Aprenden (participan en un grupo pequeño durante la semana y/o un grupo pequeño dominical); 

Ministran (participan enfocadamente en un ministerio de la Iglesia según sus dones); 

Influyen (invierten tiempo intencional en la relación con sus conocidos, amigos y familiares no creyentes y los invitan oportunamente a los eventos donde puedan conocer a la comunidad y el ministerio de la Iglesia).

Al clarificar las expectativas, hemos permitido que la gente enfoque sus esfuerzos y optimice el tiempo para cumplir todas sus responsabilidades cristianas como empleado, padre o madre, hijo o hija, y demás papeles semejantes. Todo esto redunda en un mayor número de líderes enfocados; es decir, haciendo una o dos cosas en el ministerio general de la Iglesia, pero haciéndolas con toda su dedicación y atención. Contrario a lo que piensen algunos, cuando los líderes se enfocan, no pierden compromiso, sino lo fortalecen.

IV. Sistemas en Competencia

En muchas de nuestras iglesias no sólo los líderes están desenfocados, sino también los diversos ministerios. Estamos muy acostumbrados a iniciar ministerios de acuerdo con la última moda, el último curso que hayamos tomado, o la idea que está funcionando en la iglesia de enfrente. No hay nada malo en iniciar nuevos ministerios; el problema viene cuando vamos traslapando varias capas de sistemas ministeriales que al final de cuentas, entran en competencia por recursos económicos y humanos.

La Escuela Dominical infantil compite con el “Club Buenas Nuevas”. El grupo juvenil de los viernes, compite con los que atienden a los jóvenes los domingos en la mañana. El grupo de oración compite con el ministerio de Deportes. El Estudio bíblico de los miércoles compite con los grupos pequeños de entre semana. En fin, ponemos ministerio sobre ministerio sin darnos cuenta cómo lo nuevo y lo antiguo compiten entre sí. El resultado es una iglesia con mucha actividad, pero sin avanzar hacia el mismo punto. Sin mencionar, los conflictos interpersonales que se dan cuando los líderes ven amenazado su nicho ministerial por la incursión de un nuevo grupo de ministerio con quienes tendrán que competir por recursos humanos y económicos.

Para comenzar a salir de este embrollo, nos preguntamos cuál era la visión, misión, estrategia, filosofía de ministerio y expectativas de los discípulos de nuestra Iglesia. Luego comenzó el doloroso proceso de alinear todos nuestros ministerios con el rumbo en el que habíamos decidido ir. Fue doloroso, porque tuvimos que dejar ir varios programas que amábamos, pero que ya no estaban cumpliendo su propósito en el contexto actual de nuestro ministerio. En ese proceso tuvimos que recordarnos que las formas de hacer el ministerio no necesariamente son canónicas, sino más bien, son tradicionales. Aún cuando amamos y respetamos nuestra tradición, había que enfocar nuestro ministerio de acuerdo con la visión. Ciertas formas del pasado, ya no encajaban con el presente.

Por ejemplo, solíamos tener un estudio bíblico los miércoles a las 8:00 p.m. al que asistían como 15 personas. Al sacrificar ese estudio y reemplazarlo con un sistema de grupos pequeños durante la semana, descubrimos, que al dar opciones de horarios y lugares diversos, las personas se conectaban más para estudiar la Biblia entre semana. Sencillamente, el ritmo de la vida urbana moderna no correspondía a la inflexibilidad de tener un estudio bíblico un solo día y a una misma hora. Así tuvimos que ver con cada uno de los programas que hacíamos para alinearlos, estructurarlos y organizarlos de tal manera que guiaran a las personas a una relación creciente con Cristo.

Si tu iglesia está trabajando fuertemente y no ves los avances, cuestiona donde hay sistemas en competencia que están estorbando el crecimiento fluido de la congregación. Luego, toma esas decisiones difíciles y reestructura todo para que de una forma, lógica y natural, vaya conduciendo a las personas hacia donde las quieres llevar.

En nuestro caso, decidimos que por cada grupo de edad, sólo haríamos tres cosas:


1) Reuniones enfocadas para invitar personas nuevas de esa etapa o condición en la vida;

2) Eventos especiales y Retiros para las personas que ya estuvieran conectadas con la Iglesia de ese grupo de edad, y
 

3) Grupos pequeños homogéneos de ese grupo de edad o condición en la vida.


De esta forma, en cada ministerio, ya sea de jóvenes, universitarios, solteros, varones, mujeres o matrimonios tenemos exactamente los mismos tipos de actividades. Al limitar el tipo de actividades y ordenarlas estratégicamente hemos evitado entrar en conflictos de sistemas y enfocar los ministerios para que lleven a las personas, sin importar de qué grupo estemos hablando, al mismo lugar.
Los sistemas en competencia atrasan el crecimiento. En tanto que los sistemas en cooperación y estratégicamente ordenados llevan al cumplimiento de la misión.

V. Ministerios enfocados sólo hacia adentro

Cuando la iglesia enfoca su ministerio sólo hacia adentro, va perdiendo su potencial para crecer. Cuando dejamos de ser intencionales en alcanzar a nuevas personas y nos ocupamos sólo en mantener a los que ya están adentro, la iglesia entra en una especie de letargo espiritual que impide su crecimiento. Normalmente, al revisar la programación ministerial de una iglesia apagada e indiferente, notarás que el común denominador es que todo lo que hacen está orientado hacia los de adentro.

Por otro lado, las iglesias vivas y crecientes tienen la característica de ser intencionales en estar alcanzando, por medio de sus ministerios, a personas que no conocen a Cristo. Las personas recién convertidas inyectan nueva vitalidad a la iglesia. Su entusiasmo por Cristo, despierta a los antiguos miembros de su apatía. Tiene un efecto vivificante el ver, en primera fila, lo que Dios hace en la vida los demás.

En nuestra iglesia uno de esos esfuerzos hacia fuera se llama “Mundo S”. Se trata de un pro-grama para niños y sus padres en el que se enseñan valores por medio de la actuación, música y multimedia. Los sábados a las 7:00pm nuestras familias tienen una oportunidad de invitar a sus conocidos, familiares y amigos a pasar un rato agradable que sirve como introducción a la comunidad de nuestra iglesia. Esto abre la puerta a conversaciones espirituales que desembocan, posterior-mente, en la presentación del evangelio.

Otro de los esfuerzos intencionales hacia afuera es nuestra clase para visitas que le llamamos “Punto de Partida”. A todos los que asisten como invitados al culto les ofrecemos esta clase que tiene dos finalidades:


1) Ser buenos anfitriones de nuestros visitantes y 

2) Dar una probadita de lo que es estudiar la Biblia en un grupo pequeño.

La mayoría de las personas que participan en Punto de Partida continúan viniendo. Al terminar sus 7 lecciones iniciales, los conectamos de inmediato al siguiente curso básico y así sucesivamente hasta llegar a ser miembros en plena comunión de la Iglesia. Esta estrategia ha rendido magníficos frutos. No hay nada como ser testigos de lo que Dios va haciendo en la vida de personas que llegaron a la iglesia siendo no creyentes y poco a poco, fueron experimentando una relación creciente con Cristo.

Si al hacer un balance de tu programación ministerial descubres que todo está orientado hacia adentro, entonces habrá llegado el momento de hacer cambios en los que incluyas esfuerzos intencionales para alcanzar a nuevas personas para Cristo.

VI. Falta de Evaluación

Un ministerio que no se evalúa constantemente está destinado a perpetuar sus propios errores. La evaluación mantiene el enfoque, el entusiasmo, la innovación y la creatividad. Si no evalúas, nunca sabrás si estás cumpliendo la misión. 

Muchas iglesias realizan actividad tras actividad, programa tras programa y no separan tiempo para celebrar los logros, corregir los errores, ajustar las estrategias, prever posibles problemas y pla-near para el futuro. La evaluación es fundamental para mejorar la efectividad del ministerio.

Nuestro equipo ministerial se reúne cada lunes a las 9:00am. En esa reunión celebramos la obra que Dios hizo durante el fin de semana; comentamos nuestros errores cometidos, sus posibles soluciones y nos preparamos para los desafíos de la semana en curso. La constancia en la evaluación nos ha permitido estar mejorando continuamente lo que hacemos.

También una o dos veces al año nos reunimos por dos o tres días consecutivos para evaluar nuestras estrategias ministeriales y reestructurar todo aquello que sea necesario. En esas reuniones de evaluación, poco a poco, se ha ido forjando toda nuestra filosofía de ministerio.

Evaluar requiere tiempo, esfuerzo y constancia, pero tiene un efecto positivo en el crecimiento de tu iglesia. Comienza a planear esos tiempos regulares para evaluar en todos los niveles del ministerio en tu iglesia.
Conclusión

Una Iglesia con un liderazgo diligente, una vida espiritual sana y una administración ministerial adecuada tendrá como resultado un crecimiento constante. Si tu iglesia no está creciendo revisa cuidadosamente cada uno de estos tres aspectos y trabaja en los ajustes necesarios. Aquí nos hemos dedicado a reflexionar sólo en el aspecto administrativo del ministerio, pero el crecimiento viene cuando se da una combinación positiva de los tres. Por lo demás, abócate como líder al ministerio que Dios te ha dado, fomenta una vida cristocéntrica dentro de tu iglesia y revisa constantemente el aspecto administrativo de tu ministerio. Nuestro sueño debe ser ver iglesias crecientes, sólidas y dando testimonio del glorioso evangelio de Jesucristo.