sábado, 13 de agosto de 2011

la ordenación de la mujer.



9.- Existen en la Sagrada Escritura básicamente, al menos, 
tres leyes que prohíben tácitamente el pastorado de la mujer en la iglesia local.
1. La Ley Natural.
Hay un diseño original de Dios. Él todo lo planeó desde el principio con un propósito específico y eterno. Las leyes naturales como espirituales son inmutables. Dios delegó al hombre autoridad sobre la mujer, aún antes del pecado en la instauración del matrimonio (Cf., Gén. 2:24; 1 Co 11:7-10);
Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo hombre, y el hombre es la cabeza de la mujer, y Dios es la cabeza de Cristo” Pablo en este texto de 1 Co. 11:3, usa el orden de jerarquía eterna: Dios cabeza de Cristo; Cristo cabeza del hombre; y el hombre cabeza de la mujer. Pablo usa tres veces en un solo versículo la palabra griega kefalé para cabeza, ello ilustra claramente en forma metafórica el orden jerárquico y el ejercicio de la autoridad jerárquica, como la que se da neuro fisiológicamente en el cuerpo humano (es la cabeza la que ordena y marca el ritmo de toda la actividad corporal) Si la autoridad del Padre es eterna e inmutable sobre el Hijo, entonces la autoridad del hombre –delegada por Dios- también es eterna sobre la mujer.
Hay roles funcionales que Dios diseñó para cada uno de los sexos y géneros. Para el hombre el labrar la tierra por ejemplo y proveer para la familia (Cf., Gén. 2:15), para la mujer procrear hijos y cuidar de la casa. Por eso el hombre nunca podrá embarazarse y tener hijos, simplemente porque no es su diseño natural original. Como tampoco nunca será posible que la lluvia deje de caer del cielo, o lo ríos correr hacia el océano. Simplemente, la autoridad de la mujer sobre el hombre, es un asunto contranatural. Y este hecho no va en desmedro de la dignidad y capacidad de la mujer, en ninguna manera. Al contrario, la dignifica y la potencia.
2. La Ley Moral
Hay aspectos relativos en la Biblia como las particularidades históricas referentes a la cultura. Por ejemplo, las definiciones de género en la sociedad judía donde la mujer no tenía espacio alguno para la educación, vida social y aún religiosa. Sin embargo, los principios morales de Dios son inmutables. Por ejemplo la legislación veterotestamentaria contiene tres dimensiones básicas: la netamente jurídica; la ceremonial y la moral. Las dos primeras dimensiones ya fueron cumplidas en el Calvario por el sacrificio expiatorio de nuestro Señor Jesucristo, pero la dimensión moral de la ley sigue vigente. Esa dimensión de moralidad del AT está viva en los Diez Mandamientos que no han pasado de moda y siguen vigentes por siempre. De igual manera es con la subordinación de la mujer al varón.
En la Biblia encontramos, lo siguiente. Que Dios no hace acepción de personas pero si hace acepción de roles y privilegios dentro de la ética social de la familia y de la iglesia.


3. La Ley Espiritual
La metáfora por excelencia que todo el NT usa para la relación de Cristo con su iglesia es el de un matrimonio, y de un matrimonio judío, donde el centro de interés e importancia no estaba en la novia como ocurre en occidente, sino en el novio. En la Biblia se presenta a la iglesia como la novia, y a Cristo como el esposo. Y este no es un concepto estrictamente paulino, como quieren argumentar los liberalistas, respecto del supuesto machismo y prejuicio de Pablo sobre la mujer. Pues se debe recordar la enseñanza de Jesús respecto de la iglesia (Cf., Mt. 9:14-17; Ap. 19:6-9), y el pensamiento del resto de hagiógrafos, que como Juan ilustraron la relación de Cristo con la Iglesia usando la más íntima forma de relación de la cultura judía y de la humanidad entera de todos los tiempos: el matrimonio.
Es el apóstol Pablo quien es el que desarrolla más esta doctrina en el NT. Uno de los pasajes clásicos y extensos, es el consignado en Ef. 5:21-33, donde Pablo analoga la vida matrimonial a la relación de Cristo con su iglesia. El texto central y clave del pasaje son los vv., 23-24: “… porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo” Pablo vuelve a usar aquí el término griego kefalé para referirse a “cabeza” Es decir se mantiene, el argumento de 1 Co. 11:3. Es que el patrón espiritual de autoridad de Dios no ha cambiado.

Tres veces el apóstol usa la figura retórica del símil en este pasaje central, para precisar que el modelo inmutable de relación del hombre y su mujer, es la relación de Cristo con su iglesia. Si esto ocurre en el contexto de la familia, mucho peor aún en el contexto de la iglesia. La familia es la primera institución creada por Dios antes de la realidad y existencia del pecado; la iglesia es la segunda institución divina, pero creada después de la caída del pecado. Por ello la familia tiene prioridad axiológica sobre la iglesia. La reflexión es simple aquí: ¡Si Dios ordenó la supremacía del hombre sobre la mujer en un estado de santidad perfecta, cuanto más entonces va patentar la sujeción de la mujer a la autoridad del varón en un contexto de pecado y corrupción, propiciado originalmente precisamente por la falta de sujeción de la mujer! De tal modo que el modelo espiritual es inmutable porque Cristo es inmutable. Y esa premisa espiritual de autoridad se da en el contexto de la familia (matrimonio) y por supuesto en el de la iglesia local.
Jamás hay en el NT la más mínima insinuación de una iglesia independiente, por ejemplo. Peor aún de una iglesia rebelde que imponga su autoridad sobre Cristo. Es la iglesia la que debe someterse a Cristo, no Cristo a la iglesia. Aunque al parecer como está la eclesiología actual, es la iglesia, la que determina la doctrina y la práctica, ya que se ha fabricado un “señor” diferente al que adorar y servir. Se han elaborado “revelaciones”, esquemas de administración y prácticas litúrgicas “a la medida” y gusto de los consumidores religiosos de hoy.
Dios le dio al hombre el privilegio de señorear sobre la mujer, y lo ha puesto como el responsable mayordomo (oikónomos) de ella. Esta mayordomía (oikonomía) el hombre la ejecuta sobre las dos instituciones divinas: la familia (matrimonio) y la iglesia. Es muy decidor por ejemplo, que luego de cometer pecado en el Edén, Dios no llamó a cuentas a la mujer sino al hombre, pese a que quien había transgredido en la falta fue inicialmente la mujer. Este simple hecho prueba la mayordomía y autoridad del hombre sobre la mujer.

Además, la incursión del pecado por la desobediencia deliberada de Eva y luego de Adán, degeneró en consecuencias específicas y nefastas para cada uno de los sexos/géneros, incluso para Satanás. Así por ejemplo: Dios determinó –en el mismo orden de iniquidad en que habían incurrido- la maldición para la serpiente y patentó la enemistad entre la descendencia humana y el diablo; luego a la mujer decretó que, “Aumentaré mucho tu sufrimiento en el embarazo, con dolor darás a luz a los hijos. Tu deseo te llevará a tu marido, y él se enseñoreará de ti” (Gén. 3:16); y sabemos que al hombre le heredó dolor, sudor –en el trabajo-, y hedor –pues la corrupción llegó a ser parte de su destino físico- (Gén. 3:17-19)
10.- El Señor jamás seleccionó a mujeres para conformar su apostolado en el NT, y aún en el AT, solo consideró a los hijos varones de Jacob (pues hay que recordar que fueron trece hijos en realidad, entre ellos una mujer que no fue hecha “patriarca de Israel”)  de Igual forma  ocurrió con Jesús y la designación de sus apóstoles, aunque contrariamente al estilo de los filósofos griegos y rabinos judíos, Él sí aceptó a mujeres como discípulas. Algunos ven este argumento como propio del –supuesto- machismo judío y cristiano. Entonces, ¿será posible juzgar a Dios mismo de machista? Inclusive hay muchos liberales hoy que hasta juzgan a Dios, por el hecho de no haberse encarnado “mujer” Quienes así piensan debieran revisar su actitud urgentemente, pues aquella es una actitud de verdadera blasfemia.
11.- No hay un solo fundamento exegético en la Biblia que apoye el pastorado de una mujer. Es verdad que hay casos especiales hoy, como el de las iglesias que sufren la migración de los varones al exterior. Sin embargo, la excepción no hace la regla. Tampoco la práctica hace a la Biblia. Es la Biblia la que determina las reglas inmutables del ministerio pastoral dentro de la iglesia, sea la teoría o la práctica.


ordenación de las mujeres.


7.- Respecto al débil argumento, de que estamos viviendo “otros tiempos La Postmodernidad no puede cambiar la revelación de Dios, pues la Palabra de Dios es absoluta, autoritativa y final; pero la cultura y los “tiempos” son relativos. 1 Pd. 1:25; Is. 40:8; Mt. 24:35. Son textos que confirman  nuestra  apologética.
8.- En cuanto al concepto de que las mujeres trabajan más y son más piadosas. Bajo este argumento ordenemos a los niños como pastores, pues en la teología de Jesús quien no recibe el Reino de Dios como lo hace un niño, no puede entrar en él. ¡Además dijo que de quienes debemos aprender es de los niños! Pues si hay gente piadosa y fiel en la iglesia –y honradamente la que más evangeliza-, esos son nuestros niños. Pero no por eso,  pondríamos criaturas en orden de autoridad. Cf., Mt. 18:2-3; Lc. 18:17.

9.- Existen en la Sagrada Escritura básicamente, al menos, tres leyes que 
prohíben tácitamente el pastorado de la mujer en la iglesia local.


continuara....................................