sábado, 30 de julio de 2011

Ilustraciones.


1.- El ladrón convertido.
Moody cuenta el caso de un ladrón llamado Burke, quién leyó en la cárcel un sermón en el diario de la ciudad, cuyo titulo era “El carcelero atrapado”. El título le sugestionó pensando que sería una interesante historia carcelera. Era, naturalmente, la del capítulo 16 de los hechos de los Apóstoles. La pregunta del desesperado guardián de presos le interesó y más la respuesta del apóstol. El mensaje de la salvación llegó a su alma y fue convertido.

Años más tarde Moody visitó a esta “nueva criatura en Cristo”, viéndole rodeado de joyas y valores, pues era nada menos que el guardián de la caja fuerte de un banco.
2.- La obra maestra.
Se cuenta de un escultor qué empezó a trabajar una hermosa pieza de mármol, pero sólo la estropeó por su impericia. Desalentado abandono su trabajo. Finalmente el mutilado bloque de mármol quedo abandonado en el patio del escultor y allí permaneció por mucho tiempo expuesto a la intemperie y medió oculto por las hierbas que crecieron a su alrededor.

Pero un día el famoso Miguel Ángel observó el bloque de mármol y vio lo que valía. Después de adquirirlo del fracasado escultor empezó a trabajar en él, transformándolo en la admirable estatua del joven David con su honda en la mano, en el acto de arrojar la piedra que abatió al gigante Goliat. Tal maravilla de arte fue conseguida de un pedazo de mármol estropeado.

¿Quién puede decir lo que el gran Artista del Universo, el divino Escultor del carácter humano puede hacer del quebrantado e imperfecto corazón que es puesto en sus manos? La cuestión práctica es si se lo permitiremos.
¿Nos dejaremos moldear impasiblemente y sin resistencia por las manos traspasadas que nos compraron al precio de su propia sangre.
3.- Borracho de nacimiento.
Se llamaba Juan, pero se le conocía con el apodo del titulo porque su padre y su madre habían sido tan borrachos como él. Se casó con una mujer buena. Esto le llevaba a reflexionar Haciendo propósitos de enmienda cada vez que estaba sobrio, qué era solamente las quincenas que pasaba en la cárcel.

Un día entró en un salón Del ejército de Salvación y oyó a los que daban testimonio de liberación de sus pecados por la fe en Cristo. Como impulsado por un resorte, se adelanto al banco de los penitentes y clamo a Cristo por perdón y liberación de su vicio. Docenas de veces había hecho tales propósitos llorando, pero al levantarse en esta ocasión, sintió que no era el mismo hombre.

Un día, de fatiga y calor después de incitarle mucho sus antiguos compañeros le arrojaron el vaso rompiéndolo sobre su cabeza. Pero él dio un hermoso ejemplo de humildad cristiana, limpiándose el rostro y pronunciando palabras de perdón. Cristo le había libertado de su genio tanto como de su borrachera.
4.- Reflexión.
El mundo lo hizo Dios y lo dejo en manos de los valientes. 

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