jueves, 30 de octubre de 2014

El Concepto Calvinista de la cultura.

El término ―cultura‖ ha significado muchas cosas para mucha gente.

En este libro uso el término para designar aquella actividad del hombre, el portador de la imagen de Dios, por la cual cumple el mandato de la creación de cultivar la tierra, de tener dominio sobre ella y de sojuzgarla. El término también se aplica al resultado de tal actividad, a saber, el entorno secundario que ha sido sobrepuesto en la naturaleza por el esfuerzo creativo del hombre. La cultura, entonces, no es un asunto periférico, sino que está asociada a la esencia misma de la vida. Es una expresión del ser esencial del hombre como ser creado a la imagen de Dios, y puesto que el hombre es esencial-mente
un ser religioso, es algo que expresa su relación con Dios, esto es, de su religión. El hecho que el hombre como criatura pactal es llamado a la cultura no puede enfatizarse demasiado. Pues el Señor Dios, que lo llamó a la existencia, también le dio el mandato cultural de poblar la tierra y de tener dominio sobre ella. David estaba tan lleno de éxtasis frente a esta vocación llena de gloria que exclamó con reverencia y asombro: ―¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria? ... Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y honra... Todo lo pusiste debajo de sus pies.‖
Decir que la cultura es el llamado del hombre en el pacto es solamente otra manera de decir que la cultura está determinada religiosamente. Este hecho ha sido reconocido de manera bastante general por filósofos culturales tan eminentes como Brunner, Tillich y Kroner. La obra de Tillich, Teología de la Cultura, no apareció sino hasta que el manuscrito de este libro hubo llegado a los publicadores, de manera que no tuve la oportunidad de reaccionar a él. Sin embargo, aunque mi propósito no fue principalmente polémico sino histórico, esto
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es, trazar las raíces de lo que escogí en llamar el concepto Calvinista de la cultura, puedo decir que aunque concuerdo con los teólogos Existencialistas (Tillich, c.s.), que la religión es de interés último y que yace en el corazón de la cultura, mi teología está tremendamente separada de la de ellos. Un análisis crítico del concepto existencial de Tillich del Cristo de la cultura amerita un tratamiento separado y es, personalmente algo muy atrayente. Mi tesis, entonces, es que el Calvinismo nos provee con la única teología de la cultura que es verdaderamente relevante para el mundo en el que vivimos, debido a que es la verdadera teología de la Palabra. Sin embargo, que nadie concluya a partir de las afirmaciones de ciertas proposiciones algunas veces apasionadas que hago que considero definitiva o conclusiva mi definición de cultura Calvinista. Más bien, el autor busca por medio de una declaración tentativa el obtener mayor explicación y análisis crítico, para que la comunidad Calvinista se pueda volver más y más articulada con respecto a la cultura y sus raíces religiosas. En ese sentido mis esfuerzos pueden ser interpretados como contribuyendo hacia una definición de la cultura Calvinista. Henry R. Van Til

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