jueves, 25 de agosto de 2011

La visión transformadora.


LA COSMOVISIÓN Y LA CULTURA

En un café Antonio había estado hablando con nosotros por un largo rato. Aunque podíamos entender su problema, nos era imposible abordarlo. No podíamos cruzar el golfo interpuesto entre nuestras maneras de percibir. Era la clase de golfo que separa dos formas de vida, dos cosmovisiones. Antonio había venido a Canadá a estudiar comercio, con la intención de regresar a Singapur y entrar en el mundo de los negocios. A su regreso iba a contraer matrimonio con una chica con la que había tenido una relación por algunos años. Aunque no estaban oficialmente comprometidos, se suponía dentro de su contexto cultural que se casarían. Pero algo paso. En su segundo año en Canadá Antonio se hizo cristiano a través del grupo de InterVarsity en su universidad. Empezó a crecer como persona en formas que nunca había anticipado. Como seguido pasa en estos periodos de crecimiento, los planes anteriores comienzan a cambiar. Antonio llegó a la conclusión de que no estaba enamorado de su novia allá en Singapur, y empezó a enfriar la relación en sus cartas. Finalmente le fue necesario regresar a casa para romper definitivamente. Cuando Antonio nos contó su historia, estábamos impresionados con la integridad moral tanto de lo que había hecho como de la manera en que lo había hecho. Ahora que tenía que regresar, sin embargo, Antonio era un joven quebrantado y deprimido. Porque había terminado su relación, su familia lo había rechazado. Su padre le había dicho: “Eres peor que un animal; aun los animales muestran agradecimiento”. Ante los ojos de sus padres y ante los ojos de los padres de su novia anterior, Antonio había cometido un pecado imperdonable. Había hecho pedazos las esperanzas y expectativas de su familia al ser desleal a una mujer que había sido su prometida. En la cultura del hogar de Antonio la lealtad es uno de los deberes morales más altos de todos. Esta historia ilustra de una manera dolorosa el carácter penetrante de las cosmovisiones. La familia de Antonio “vio” lo que había hecho de manera
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completamente diferente de como nosotros lo “vimos”. Lo que valió para nosotros fue la integridad del carácter de Antonio. Vimos a un hombre joven que rechaza esconderse detrás de miles de millas que lo separaban de una situación no placentera. Vimos a un hombre joven tanto abierto como sensitivo en la manera en que trató a su ex-novia. Aunque sus padres pudieron haber notado estas admirables características en Antonio, con todo, no vieron su importancia. Vieron en primer lugar una falta de lealtad y de gratitud. Tenemos aquí dos formas diferentes de ver — en efecto, dos cosmovisiones. No obstante, lo que hizo la situación aún más dolorosa fue que las dos cosmovisiones entraron en guerra dentro de Antonio mismo. Aunque algunos digan lo contrario, la conversión a Jesucristo no borra de tajo los años de haber sido criado en otra visión religiosa. Antonio sabía que como cristiano sus acciones se fundamentaban en el amor y en la honestidad, pero en su corazón oriental las acusaciones de sus padres aún le recordaban duramente su casa. ¡Tal vez en realidad si era el canalla que su padre decía que era! Esta batalla de cosmovisiones, esta tensión fundamentalmente espiritual, acosó y deprimió a Antonio por meses. Lo mejor que pudimos hacer como amigos cristianos fue reafirmar su lado cristiano en esta batalla. Tratamos de levantarle su autoestima reafirmándole su valor ante los ojos de su Señor, y de sus hermanas y hermanos cristianos. Este libro trata de cosmovisiones. Las cosmovisiones se entienden mejor cuando las vemos encarnadas, desarrolladas en modos de vida concretos. No son sistemas de pensamiento, como las teologías y las filosofías. En cambio, las cosmovisiones son marcos de referencia perceptuales. Son formas de ver. Si queremos entender lo que la gente ve, o qué tan bien la gente ve, necesitamos observar cómo anda. Si se tropiezan con ciertos objetos o chocan con ellos, entonces podemos suponer que están ciegos a ellos. Por el contrario, sus ojos no sólo pueden ver, sino, de hecho, fijan su mirada en otros objetos particulares. Dos ejemplos ilustran el punto. Primero veremos como las prácticas en la crianza de los niños en el Japón difieren de aquellas en Canadá y luego contrastaremos las perspectivas respecto de la tierra mantenidas por la cultura dominante de Norteamérica con las de la cultura indígena.

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